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Después de este fin de semana, y para que la vuelta a la normalidad de los lunes no se haga tan pesada, os vamos a dar una receta que seguro que os alegrará el día [o por lo menos seguro que os hará sonreir].
Pero antes hablaré un poco de la trufa desde el lado gastronómico. Lo bueno de la trufa es que es extremadamente fácil sacarle partido, y que sus recetas [por norma general] son sencillísimas y se hacen en un momento, lo cual es estupendo si no te gusta cocinar, si te aburre enseguida o si no tienes tiempo... En realidad creo que podemos afirmar sin equivocarnos que es en las recetas más sencillas y fáciles en las que más partido se le saca a la trufa :) Eso es perfecto, no?
El problema es que mucha gente piensa que cuanto más elaborado es un plato más se notará el sabor de la trufa y nada más lejos de la realidad!!! Y es aquí cuando viene el problema que un plato en el que hemos puesto una cantidad de trufa nada despreciable sabe a todo, menos a trufa... Por supuesto seguro que hay excepciones que confirman la regla, pero es mejor poner la trufa en cuanto se haya terminado de cocinar el plato, y el mismo calor que desprende la comida será el que haga salir los olores de la trufa e impregne al resto de alimentos de ese sabor tan especial [y tan rico!]. Creo que este es uno de los mejores consejos y normas a seguir a la hora de utilizar la trufa en la cocina. Es por ello que en muchos restaurante sacan la trufa a los comensales con un rallador para que la pongan ellos mismos justo en el momento en que se la han servido y aun está caliente.
Otra cosa maravillosa a la hora de utilizar la trufa en la cocina es que no tienes que estar pendiente de si te pasas o no, lo peor que te puede pasar es que te hayas quedado corto y que no sepa mucho a trufa [a la próxima ya sabes que hay que poner más, o dejarla durante más tiempo], pero ¡pasarte nunca te pasarás!
Pero ahora vamos a lo importante, vamos con la receta!
Ingredientes:
- queso brie [podemos probar con un triangulito, a ver que tal va]
- 1 trufa
Proceso:
- laminamos la trufa: la cortamos en láminas finitas [esto lo podemos hacer con un cuchillo o con un pelador de patatas, por ejemplo]
- cortamos el queso brie por la mitad, como si fuera un bocadillo, creando 2 triángulos
- rellenamos el queso con las láminas de trufa hasta que esté totalmente cubierto [tal cual como si fuera un bocadillo, aunque está comparación le quite glamour a nuetsra receta]
- lo guardamos dentro de un tupper para que se impregne todo el queso
- fácil, verdad? Ahora sólo falta esperar impacientemente unos días para probarlo... Mi recomendación es esperar al menos 4 ó 5 días para que haya cogido bien el sabor, pero antes ya se puede notar.
Resultado:
- buenísimo!!!! se come como el brie normal, no tiene nada en especial, y para que veais como os quedará:
Os dejo con esta nueva adquisición para vuestro recetario, y estoy segura de que os ha gustado [y sino, probarlo y cambiaréis de opinión enseguida].
Feliz semana, y hasta el lunes que viene!
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